8.2.11

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Adiós, pequeña, adiós.
Siempre he creído que todo aquello que no eliges es lo que te define: tu ciudad, tu barrio, tu familia... Son cosas de las que la gente de aquí se enorgullece, para ellos son un logro. Almas envueltas en cuerpos, cuerpos envueltos en ciudades. He vivido en esta calle toda la vida, como casi todos mis vecinos. Cuando tu trabajo consiste en encontrar a desaparecidos, es útil saber dónde se criaron. Yo encuentro a aquellos que empezaron con mal pie y luego tropezaron. Este entorno no es fácil. De pequeño le pregunté al cura como se podía ir al cielo viviendo en este barrio sin morir en el intento. Me dijo lo que Jesús les decía a sus discípulos: sois ovejas entre lobos, sed sagaces como serpientes e ingenuos como palomas.




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