22.3.11

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Hoy tengo ganas de reír, sonreír y gritar. ¿Por qué? No lo sé, solo sé que tengo como un pequeño presentimiento, ¿es un presentimiento? Ni idea. Pero sé que tengo ganas de reír y no parar. Es decir, de tumbarme en la cama, cerrar los ojos y reír, reír sin prisa, sin presiones, sin obligaciones, disfrutando del momento. Estoy en un día en el que me río de cualquier cosa, por cualquier tontería, con cualquiera, solo pensando que puedo tirarme horas y horas sin dejar de sonreír, sin dejar de dar confianza, sin dejar de decirme "tendrás que parar, en algún momento te cansarás" sin dejar de contestar no, cuando uno disfruta de la vida se le pasa el tiempo volando, como si quisieras más y más, como si necesitaras más. Y es que cuando disfrutas de la vida, te olvidas de todo lo demás. Y así seguía riéndome, solo parando cuando observaba la cara de los profesores que me miraban porque era la única que estaba hablando. Y cruzaba los brazos encima de los libros y apoyaba la cabeza en ellos. Sin prestar atención a la clase, y sonreía, sonreía de oreja a oreja, sin miedo, divertida, dejando ver unos dientes no del todo perfectos, y con los ojos llenos de lágrimas de la risa. Esos ojos marrones verdosos, que brillaban con intensidad, casi invitando a entrar en ellos, a seguir riendo en aquella clase de inglés. Y luego esos cosquilleos en la barriga, muy parecidos a las famosas mariposas, pero no tan intenso, aunque los sientes. Esos cosquilleos que no sabes a que se deben, tal vez por la risa, tal vez por otra cosa. Y sonríes, vuelves a sonreír porque los sientes, y te da otra vez por reír. ¿No era un presentimiento? Presentimiento de algo, algo bueno, algo que no sabes ni siquiera lo que es, pero sabes que pasará. ¿Y si no pasa? Pues te aguantas y vuelves a reír. Te aguantas con las cosas buenas que te han pasado ese día, las risas con tus amigos y los no tan amigos, una sonrisa preciosa, un mirada de alguien inesperado, los cosquilleos en el estómago, y tal vez llegues a pensar que es por otra cosa, pero siempre quedará la enseñanza de esos momentos, de esos preciosos y humildes momentos: disfruta de la vida como si fuera tu último día, como si te murieras mañana, como si te fueras o, simplemente, porque no vas a ver a tus amigos más. Disfruta, diviértete, sé tu mismo, es más, ríete de ti mismo, sonríe a esa persona especial, a todo el mundo... quizás alguien se enamore de tu sonrisa, y siente esos cosquilleos, esas mariposillas que pueden ser o no presentimientos en un magnífico día.

Por Audrey D. Minne.

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