16.3.12

Me esperarás, ¿lo prometes?


Definitivamente, Izan Cohen odiaba ese día. Y no tenía nada que ver el que no tuviera pareja. El día de San Valentín siempre había sido una calamidad pues ninguna de las chicas del colegio querría jamás salir con alguien como él. Y no es que fuera feo, pues él, con su pelo rubio y sus ojos castaños, estaba encantado con su imagen.

Pero a Izan eso no le importaba; ni siquiera buscaba una cita, o un beso, o una simple rosa. Él, con tan solo nueve años, había aprendido a vivir solo, sin nadie a quién querer o que le quisiera.

Vivía en un barrio que nadie quería visitar. Él, simplemente, era alguien a quien juzgabas primero y luego no te dignabas a conocer. Sí, el pequeño Izan Cohen no tenía muchos amigos, por no decir ninguno.

Su vida era una aburrida noria que daba vueltas, y vueltas, y vueltas sin parar siquiera a descansar. Era una rutina de la que no podía salir. Un sueño, o pesadilla, del que no podía despertar. Se levantaba e iba al colegio, era humillado por sus compañeros y rechazado por las chicas. Volvía a casa y le esperaba una tarde larga sin nada que hacer.

Pero ese catorce de febrero era diferente. Era cierto que odiaba San Valentín, pero ese año tenía a alguien con quien compartirlo. Muchos podrían divagar sobre la extraña amistad de Izan, pero a él no le importaba lo que pensaran, mientras esa chica siguiera a su lado para siempre.

Fue amor a primera vista, un simple amor infantil. El día que la conoció, le confesó que era su primera amiga. ¿Y qué? Esa morena de ojos verdes se había colado a la fuerza en su pobre corazón. ¿Lo mejor de todo eso? Ella también consideraba a Izan como un amigo, o más. La única que había podido sacar el lado amable de Izan Cohen.

Ella, Valeria Roger.

Ese día salió corriendo del colegio y se dirigió a un pequeño parque que había en la calle donde él vivía. Allí ya estaba Valeria.  Esta sonrió nada más verle y se echó encima de él, cayendo los dos al suelo y estallando en carcajadas. Se quedaron tumbados en el césped durante bastante tiempo, comentando como les había ido en el colegio.

Izan adoraba la forma con la que Valeria le relataba que había sacado muy buena nota en su último examen, como le contaba que estaba bastante enfadada porque un chico de su clase, uno al que le gustaba coquetear con muchas chicas, había dado por hecho que ella quería salir con él. Luego ella le preguntaba si la había entendido, con esa sonrisa tan característica suya.

- Claro, Val, siempre te entiendo. –Contestó él, también con una sonrisa, sentándose con las piernas cruzadas delante de ella. Valeria lo imitó.

- No, no siempre, Izan. No mientas. Mira esto – Valeria colocó una mano detrás de la espalda, dijo unas palabras mágicas y, al momento, tenía una margarita en ella. Izan sabía que su padre podía hacer aparecer una paloma de un sombrero, como los magos de la tele. Y que le había enseñado algunos trucos a ella.

- ¡Mamá, Valeria lo está haciendo otra vez! – Ana había espiado la conversación de su hermana e Izan, escondida tras un árbol. Cuando Valeria hizo aparecer la flor, no pudo resistirse a avisar a su madre, la cual no quería que su hija siguiera los pasos de su padre.

- ¡Oh, cállate, Ana! –Valeria no apartó la vista de su amigo cuando le dijo aquello a su odiosa hermana.

- Tranquila, Val, seguro que está celosa de que tu padre te haya enseñado a hacerlo a ti y no a ella.

Volvieron a reír mientras Ana se dirigía hacia su casa derrotada. Izan seguía contemplando la preciosa flor que había hecho aparecer su amiga. Se debatía por contárselo o no, por si haría bien o simplemente la asustaría, por si le daba una respuesta afirmativa o una negativa.

- ¿Sabes? Iremos a merendar a mi casa, y no le daremos nada a Ana, por fisgona. –Comentó Valeria orgullosa. Después, al ver que su acompañante no contestaba, le preguntó-: ¿En qué piensas, Izan?

- Pues… - Levantó la cabeza de la flor para encontrarse con una flor aún más bonita. Más bonita que ninguna. Se había quedado sin palabras nada más verla -. Quería decirte que… ya sabes, hoy es el día de San Valentín y…

- ¡Vamos, Izan! No muerdo. Dímelo.

- En ese caso… - hizo acoplo de valor y saco toda la fuerza que tenía -, pues… Te quiero, Valeria.
Soltó aire y sonrió, esperando la reacción de la morena. Esta lo miraba a los ojos divertida, y extrañada.

- ¿Sólo era eso? – Izan asintió -. Yo también, Izan. Pero… somos muy pequeños todavía. Peeeero…

- ¿Más peros? – El rubio parecía aún más extrañado que ella.

- Peeeero te daré un regalo.

Solo fueron unos segundos, pero Izan Cohen  lo recordó durante toda su vida. Valeria Roger avanzó hacia él y lo besó, un leve roce en los labios. Solo tenían nueve años pero podían comprender la importancia de ese beso, su primer beso.

Volvieron a tumbarse en el suelo, Izan conmocionado y Valeria intentando aguantar sus risitas, cogidos de la mano. Pasaron mucho tiempo así tirados, en silencio, disfrutando de esa tarde de San Valentín. Cuando el sol ya empezaba a ponerse en el horizonte, la morena volvió su cabeza hacia la de él, que hizo lo mismo. En un susurro, le dijo:

- Me esperarás, ¿lo prometes?

Izan le contestó con una sonrisa.

Pd: De esta historia tengo dos versiones: Ésta, y otra con personaje de Harry Potter, más concretamente Severus Snape & Lily Evans, la cual participó en un concurso de Potterfics.com.

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